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El regulador europeo alerta de 'ecopostureo' en los fondos de inversión sostenibles

  • La ESMA ve peligros de 'greenwashing' en los productos ligados a los ODS
  • No impactan en dichos Objetivos más que cualquier otro fondo, afirma
  • Estos vehículos suponen en torno a un 1% de la industria en la UE
Verena Ross, presidenta de Esma, la Autoridad Europea de Valores y Mercados.

La sospecha de greenwashing (que se llame verdes o sostenibles a cosas que no lo son) siempre ha planeado sobre los fondos de inversión ESG, aquellos que aplican criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo. De ahí que, en la UE, la Comisión Europea haya ido endureciendo las exigencias para este tipo de productos. En paralelo, la Esma (Autoridad Europea de Valores y Mercados) también ha advertido en varias ocasiones de su preocupación por el ecopostureo. Visite el portal especializado elEconomista ESG.

El supervisor bursátil ha publicado un análisis en el que concluye que los fondos ligados a ODS (los Objetivos de Desarrollo Sostenible del Pacto Mundial de Naciones Unidas) "no difieren de forma significativa de los fondos no vinculados a ellos en términos de contribución a dichos objetivos". Ni tienen un mayor alineamiento con ellos que cualquier otro fondo, ni detallan claramente cómo se alinea su estrategia con los mismos, señala.

Los ODS son utilizados con gran frecuencia por los fondos de inversión para explicar su enfoque de sostenibilidad. Estos Objetivos, que son 17, incluyen la Igualdad de género (ODS 5), la Generación de energía no contaminante (ODS 7) o el Trabajo decente (ODS 8). A menudo las gestoras vinculan sus fondos sostenibles o temáticos a uno o varios de ellos. No son una categoría ni una etiqueta para los vehículos de inversión, pero sí se utilizan para explicar su objetivo o para comercializarlos. Lea también: El 27% de los fondos ESG españoles, en el 'foco' del regulador europeo.

"En el transfondo de este análisis existe una preocupación por el hecho de que los ODS son muy populares entre los inversores minoristas, porque es lo más cercano a ellos", apunta Marta Olavarría, directora del programa ejecutivo Finanzas Sostenibles de IEB; "El hecho es que no sólo hay que decir que contribuyes a alcanzar esos Objetivos, sino que realmente tienes que hacerlo, y esa contribución debe ser sistemática", añade.

En los últimos años, el número de empresas firmantes del Pacto Mundial de Naciones Unidas (y por tanto, de los ODS) se ha disparado hasta rondar las 22.000. Con ello, lo ha hecho el número y el tamaño de los fondos vinculados a los ODS; este último se triplicó en Europa entre 2020 y 2021, hasta superar en 2021 los 80.000 millones de euros. Actualmente rondan los 74.000. Su tamaño, aún así, es reducido, suponen menos de un 1% de la industria de fondos de la UE (que supera los 8,8 billones de euros), pero, según la Esma, "incluso tratándose de un mercado pequeño, puede plantear riesgos para los inversores si estos productos no llevan a cabo lo que éstos pueden, legítimamente, esperar de ellos", basándose en las afirmaciones que realizan los propios vehículos en sus folletos. Más de la mitad de las empresas firmantes de los ODS se adhirió después de 2020, y el 44% de los fondos ligados a ellos también fue lanzado después de 2020.

"Nuestro análisis arroja preocupaciones sobre la protección del inversor", se señala en el documento, firmado por las analistas de riesgos Sara Balitzky y Natacha Mosson y fechado el pasado 1 de febrero. Estas expertas analizaron una muestra de 289 fondos domiciliados en el Área Económica Europea (UE más Noruega, Islandia y Liechtenstein) que, o bien realizan afirmaciones sobre su contribución positiva a los ODS, o bien facilitan métricas específicas sobre cómo sus elecciones de inversión se alinean con ellos. La primera conclusión es que los fondos ligados a ODS no tienen una exposición superior a empresas firmantes del Pacto Mundial de Naciones Unidas que cualquier otro fondo: un 46,9% de sus activos gestionados están expuestos, frente a un 48% en los fondos no ODS. Incluso en los productos que directamente se identifican como no sostenibles, la exposición a compañías firmantes del Pacto Mundial es muy parecida, cercana al 45%.

"El hecho de que un fondo haga una declaración relativa a los ODS en su comunicación no lo convierte automáticamente en un fondo de impacto", advierte Andrea González (Spainsif)

Balitzky y Mosson también analizaron la información divulgada sobre estos fondos sobre su impacto sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y concluyeron que los productos que dicen impactar sobre los ODS salen en ocasiones peor que el resto de fondos en determinadas cuestiones. "En relación con el ODS 5 (Igualdad de género), los fondos ligados a ODS presentan una brecha salarial de género más baja, pero tienen un porcentaje de mujeres ligeramente inferior en el consejo de administración", explican (ver gráfico). Con las emisiones de gases de efecto invernadero, el dato es más sangrante, ya que los fondos ODS generan más emisiones de alcance 3 que los no ODS (ver gráficos). Las emisiones de alcance 3 son consideradas las más importantes en ciertos sectores, no en todos (Deloitte estima que pueden representar el 70% de la huella de carbono de una empresa); son las que se generan a lo largo de toda la cadena de suministro.

"Es cierto que en los últimos años se ha hecho un uso masivo de los ODS por parte de la industria financiera; al fin y al cabo, ofrecen un marco común y global para entender qué se puede considerar como sostenible, abarcando tanto aspectos sociales, como medioambientales", señala Claudia Antuña, socia responsable de sostenibilidad en Afi, que considera que estos Objetivos "siguen siendo una herramienta útil a la hora de identificar potenciales inversiones sostenibles, siempre y cuando se cumplan unas garantías mínimas metodológicas". El problema, explica, ha estado en "el uso indiscriminado de los ODS como herramienta de reporting. Creemos que esto ha generado mucha confusión entre los inversores que buscaban estrategias de inversión que utilizasen los ODS como criterio vinculante para tomar las decisiones de inversión"; cuando los ODS se utilizan por los fondos sólo como herramienta de reporting, "no existe una causalidad entre las inversiones realizadas y el "impacto" generado, luego no hay garantías para el inversor de que eso se vaya a mantener en el tiempo", añade.

El informe de la Esma también hace referencia a la clasificación oficial de los fondos sostenibles de la UE (los fondos ODS, como se ha señalado, no son una categoría). La Comisión Europea diferencia, en su Reglamento de Divulgación (SFDR) entre fondos artículo 8 (con características ESG) y artículo 9 (con un objetivo ESG concreto; son los más exigentes). Las analistas concluyen que la media de fondos clasificados como artículo 8 o 9 tienen una mayor exposición a empresas firmantes del Pacto Mundial que el promedio de 'fondos ODS'.

Andrea González, directora general de Spainsif (Foro español de la inversión sostenible), toma distancia y explica que "el hecho de que un fondo de inversión haga una declaración relativa a los ODS en su comunicación no lo convierte automáticamente en un fondo de impacto o en un fondo que cualifique en alguno de los artículos del marco de divulgación de finanzas sostenibles SFDR". También advierte que "al abordar una investigación en el ámbito de las finanzas sostenibles, resulta cada vez más desafiante establecer claramente las características de la muestra y las variables de estudio. En este proceso, la amalgama de términos como ODS, activos sostenibles, impactos reales, inversión de impacto (...) puede generar cierta complejidad y confusión". Respecto a la metodología seguida en el informe de Esma, Pablo Esteban, experto en finanzas sostenibles de Spainsif, señala que para analizar el desempeño de los fondos en términos de contribución e impacto en los ODS "es necesario incluir algunos indicadores relacionados específicamente con el o los ODS perseguidos. Por ejemplo, un fondo que persiga el ODS 7 (Energía Asequible y no contaminante) no puede ser analizado con la misma batería de indicadores de un fondo que persiga el ODS 6 (Agua Limpia y Saneamiento) o el ODS 14 (Vida Submarina)", explica.

Tomás Conde, ESG & Sustainable Finance director en la consultora N World, es tajante: "Los ODS son una auténtica ensoñación. Una inversión o actividad conforme a SFDR o a la Taxonomía son infinitamente más sostenibles que cualquier otra dentro del marco de los ODS. Estos son meramente orientativos y, digamos, un primer paso antes de entrar de lleno en la regulación derivada del Plan de Finanzas Sostenibles de la UE. Cumplamos las ya brutalmente exigente normativas y conseguiremos ese tan necesario redireccionamiento de flujos. El resto son meros fuegos artificiales. Los financieros debemos trabajar con regulación pura y dura. Así acabaremos de raíz con el famoso greenwashing".
Este periódico también se puso en contacto con la patronal de las gestoras españolas, Inverco, que declinó participar en la elaboración de este artículo.

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